lunes, 17 de diciembre de 2018

INCIDENCIA DE LA ESTIMULACIÓN TEMPRANA EN LA FORMACIÓN DE NIÑOS LECTORES

INCIDENCIA DE LA ESTIMULACIÓN TEMPRANA EN LA FORMACIÓN DE NIÑOS LECTORES

A Danna Fernanda, Andrea Carolina y María José, gotitas de luz.


Los hijos, y de hecho todos los niños, son un milagro de Dios y la naturaleza.  Son, en definitiva, quienes heredarán, algún día, esta cada vez más pequeña aldea llamada mundo que hoy manejamos los adultos. Es un ciclo que se ha repetido y se seguirá repitiendo a través del tiempo, por los siglos de los siglos.  Tener consciencia de ello permite a los padres y a los docentes, en general, aprovechar, de manera efectiva, esos años, en la formación del niño, en donde se presentan las mejores condiciones para propiciar situaciones estimulantes que cimienten en ellos unas buenas bases cognitivas, afectivas, motrices, comunicativas, entre otras, fundamentales en su desarrollo posterior como adultos competentes.
Dentro de esa formación integral del niño, el aspecto comunicativo y todas las habilidades que lo configuran juegan un papel relevante, y dentro de estas la lectura que se termina convirtiendo en una habilidad importante de construcción de significación y conocimiento.  Un niño con buena formación lectora presenta ventajas evidentes sobre los demás en su proceso de aprendizaje.  De ahí la importancia de que se aprovechen, como ya fue mencionado,  los primeros años de vida del niño. Regidor R. (2003) afirma que “el niño, por su propia naturaleza, cuenta con unos períodos críticos o períodos sensitivos, en los que está sorprendentemente  predispuesto a aprender y recibir una serie de estímulos. Incluso, antes de nacer puede ya realizarse una estimulación del bebé”.  Este período entonces como se plantea tiene una importancia incuestionable en el  proceso de formación, de donde se desprende la sugerencia de que los neonatos sean estimulados adecuadamente con el fin de potencializar el desarrollo de sus habilidades comunicativas y de lectura.
“Los niños que se desarrollan y crecen en el seno de familias y ambientes ricos en estímulos (experiencias variadas y útiles) tienen generalmente un desarrollo físico más armonioso, manifiestan un mejor desarrollo mental, una estructura cognitiva más sólida, son más sociables, poseen un mejor lenguaje, además de la posibilidad de tener más éxito en sus estudios y un futuro más esperanzador1Este tipo de estimulación es conocida, en términos generales, con el nombre de  “Estimulación precoz” o “Estimulación temprana”, haciendo referencia en ambos, a los estímulos que recibe el niño durante los primeros años de vida, a lo cual no se le asignará importancia en esta disertación, puesto que lo que interesa no es tanto el cómo se le llame, sino, ¿desde qué momento se puede decir que comienza la estimulación temprana?. 


1.        SARMIENTO, Inés, “Estimulación Temprana, Universidad Santo Tomás de Bogotá, 1.990, p.33-

 Al respecto hay que tener en cuenta que la psicología del desarrollo y los autores que tienen trabajos sobre el tema, sin excepción, consideran que esta comienza desde el momento del nacimiento hasta los seis años de vida del niño, ante lo cual surge el  primer desacuerdo, pues es indudable que aún desde el vientre materno se puede lograr estimular, de forma efectiva, al feto en formación, y muy por encima de esto está la consideración de que el mejor estímulo posible que se le puede brindar a ese ser en formación, dentro del útero aún, es el afecto, manifestado a través de la madre, pero del que debería participar, sin duda alguna, también el padre, con expresiones de cariño tanto hacia la futura madre como hacia bebé en gestación.

Juan Nacimiento, pediatra y psicólogo (1.977), plantea acerca del término educación precoz que ésta encierra dos aspectos esenciales: uno, el de la estimulación, referente a cómo controlar el ambiente en que se desenvuelve el niño,  específicamente con el objetivo de optimizar su desarrollo para que logre la máxima expresión de sus potencialidades sico-intelectuales, propiciando un clima emocional positivo, un adecuado ajuste social y una forma organizada de brindarle información a sus sentidos, tratando de ajustar los ofrecimientos de estimulación a su verdadera capacidad de captar y analizar, teniendo en cuenta sus diferencias individuales, gustos y preferencias, y en esa forma lograr un equilibrio adecuado que le posibilite un desarrollo integral de su personalidad.  El segundo aspecto a considerar, es entonces, el momento de iniciar este procedimiento, y como su nombre lo indica (precoz) ha de ponerse en marcha lo antes posible, desde el nacimiento, o en las primeras etapas de la vida, aunque, generalmente, se engloban dentro de esta terminología a los procedimientos de estímulo realizados a niños menores de cinco años.

El médico especialista en medicina física y de rehabilitación, Gustavo Vega (Sociedad de Pediatría de Bogotá)  define la estimulación temprana como la aplicación multisensorial que se le realiza al niño, desde que nace hasta la etapa de mayor maduración del sistema nervioso central (tres o cuatro años), donde a través de la actividad reflejada se le da paso a una actividad voluntaria, por parte del bebé.

Por otro lado, desde lo académico, Aurora Flórez, licenciada perteneciente al grupo de Investigación en Desarrollo Mental, en Bogotá, define la estimulación temprana como el ofrecer constantemente al niño, desde que nace, oportunidades para relacionarse con el mundo que le rodea, empezando con su propia familia y con las personas que, temporal o permanentemente, se encargan de su cuidado. Destaca  Aurora Flórez que lo importante es que el niño se encuentre dentro de un contexto rico en posibilidades,  variedad y contrastes, que le garanticen satisfactorias condiciones tanto para su salud y bienestar físico, como para su desarrollo en las demás áreas.
En estudios adelantados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Universidad de Harvard (EE: UU) se concluyó que la estimulación temprana consiste en una serie de actividades efectuadas directa o indirectamente con el niño, desde la más temprana edad posible, dirigidas a proveerle la mayor cantidad de oportunidades de interacción efectiva y adecuada con el medio ambiente humano y físico, con el fin último de estimular su pleno desarrollo.

Es entonces, la estimulación ambiental, según estos planteamientos, todo lo que rodea al infante y que provoca en él una respuesta, por ejemplo un sonido, un juguete, la presencia de una rostro, un olor, un sabor, en fin todo estímulo que pueda afectar positivamente su conducta.  Todas estas actividades proporcionan al niño experiencias que éste necesita para desarrollar al máximo su potencial.

Hasta aquí, se aprecia con claridad cómo todas las conceptualizaciones presentadas, en los apartes anteriores, como soporte de este trabajo, coinciden en destacar tres aspectos básicos:
·         El manejo del ambiente mediante la aplicación intencional de ciertas actividades.
·         Que estas actividades tienen el objetivo de hacer óptimo el desarrollo general del niño, garantizando condiciones satisfactorias de salud y de bienestar y buscando el desarrollo pleno de sus potencialidades.
·         Y que existe un tiempo ideal para ofrecer dichas actividades (Se asume, como se ha dejado entrever, que entre más pronto mejor).

Esbozar lo que expresan algunos autores acerca de la estimulación temprana es tan solo el principio para comprender el tema propuesto, pero, se hace evidente la necesidad de analizar el soporte teórico de este proceso.  Pues bien, la estimulación temprana se ha ido construyendo con los aportes que ha obtenido de algunas ciencias, con trabajos sobre el tema y con investigaciones que implican aspectos sociales como la pobreza, la desnutrición, la morbilidad infantil, todos ellos definitivos en lo que se le puede ofrecer a los niños en estas edades, y que finalmente señalan la diferencia.   No obstante, no podemos hablar de estimulación temprana como una ciencia propia.   Las ciencias aportan elementos teóricos básicos sobre el desarrollo físico y mental de los niños; los trabajos o programas prácticos de estimulación han proporcionado conclusiones importantes para orientar otros proyectos posteriores; y las investigaciones sobre aspectos sociales le han dado a la estimulación temprana un marco referencial que le ha permitido orientar los esfuerzos al servicio de la comunidad de manera más efectiva.

Así como no existe una teoría propia de la estimulación temprana, tampoco se cuenta con evaluaciones sistemáticas de los programas realizados.  Se resalta, en todo caso de manera breve, la importancia del aporte de las ciencias, las conclusiones que se han obtenido de las experiencias de estimulación y la forma en que ésta se ve afectada por la falta de evaluaciones.

En general, los programas de estimulación temprana tienen un fundamento científico que les permite orientar su esfuerzo a la meta deseada.   Este fundamento se encuentra en diferentes ciencias, tales como la pediatría, la neuropediatría y la sicología evolutiva, entre otras.  El pediatra además de trabajar en salud, tiene un objetivo educacional: ser capaz de detectar precozmente en la consulta del niño, desviaciones del desarrollo capaces de generar en el futuro trastornos en la comunicación y el aprendizaje, con el fin de orientar y coordinar su adecuado y oportuno manejo por parte de personal especializado.

El neuropediatra al evaluar el tono muscular, postura, posición, equilibrio, reflejos incondicionados y condicionados, al igual que actividades motrices, proporciona datos sobre el estado de maduración del SN (Sistema Nervioso) y sus características en diferentes edades.  De otro lado, en la sicología evolutiva, el sicólogo infantil, con el conocimiento de las pautas normales del desarrollo del niño, puede realizar una evaluación biosicosocial, estableciendo estrategias recuperativas y preventivas, asesorando de paso a otros profesionales y a la propia familia.
Las investigaciones y experiencias sobre el desarrollo físico y mental del niño en sus primeros años de vida reafirman la importancia del ambiente y la importancia de éste en los niños pequeños.   Para alcanzar su máximo desarrollo intelectual y un desarrollo emocional saludable, los niños necesitan un ambiente estimulante, de aquí se deduce que la inteligencia se va desarrollando y el niño lo va haciendo desde el momento de nacer o desde antes, incluso.   Hay agravantes de consideración para la implementación de programas de estimulación temprana en los países latinoamericanos, el más preocupante de ellos es tal vez el nivel de pobreza.   Para el caso de Colombia, la información que arroja el DANE señala que aproximadamente el 17% de la población vive en esta condición,  subsistiendo, en la mayoría de los casos, con un salario mínimo, o con un poco menos, que no alcanza para solventar sus necesidades básicas.
Habría que considerar, de igual forma, que el nivel de educación de los padres es otro factor preocupante.  En la mayoría de los casos desconocen completamente el proceso de desarrollo de los infantes y el aporte que hacen al respecto es casi nulo.   Bajo estas condiciones las posibilidades de implementar dichos programas se vislumbraban muy lejanas, pero la experiencia del ICBF,  como punta de lanza del Estado, para dar respuesta a estas sentidas necesidades con su programa de cero a siempre, ha cambiado un poco el panorama en este aspecto. No obstante, estrategias positivas como éstas podrían quedarse cortas si no se complementa este proceso con la formación escolar en estas edades, y es, en este punto, donde se tienen que hacer los mayores esfuerzos para conseguir incluir en el proceso educativo estatal la educación en estos primeros años.

Tal panorama nos hace volver los ojos a las posibilidades particulares de cada grupo familiar, de cada hogar, a la labor solitaria de madres y padres abnegados, en medio de sus condiciones de vida. Tal vez sea preciso también emprender acciones que busquen la formación de los padres, a través de campañas educativas, para que desarrollen, gestionen e implementen estrategias de este tipo. En últimas, el amor hacia los hijos no puede generar otra cosa distinta que situaciones altamente estimulantes, pero, la realidad de la sociedad actual, la realidad de la estructura de la familia ha cambiado enormemente y lo que se observa no es nada alentador, en el sentido de que se restringen las posibilidades de acompañar de manera efectiva el desarrollo de los niños desde los primeros años.

La intención implícita en este análisis no tiene otra ambición distinta que  sentar un referente que pueda ayudar a concientizar a padres y maestros acerca de las inmensas posibilidades que se tienen cuando se estimulan a los niños durante los primeros años de vida, como ya ha sido ampliamente sustentado hasta aquí. Pero se hace más que necesario, señalar o aterrizar algunas ideas que puedan servir de guía en este proceso de la estimulación temprana, tanto a padres como a maestros, y más concretamente en lo que corresponde a la formación de niños lectores; dichas ideas son el aporte personal a este trabajo. 
Así las cosas, se parte de la consideración, entonces,   de la importancia de aprovechar cada espacio de tiempo disponible para jugar con los infantes, para establecer contacto físico y emocional con los mismos,  para acariciarlos, besarlos, hablarles permanentemente, (preferiblemente de manera correcta pues esto va definiendo los referentes comunicativos del niño)  cantarles y, por supuesto,  leerles, incluso desde el vientre materno, en lo posible todas las noches, ello le ayudará enormemente a ir cimentando la estructura cognitiva del lenguaje.
La experiencia grata de estimular a mis propias hijas, permítanme romper el protocolo académico y excúsenme la personalización del lenguaje, al mejor estilo piagetano (haciendo seguimiento y reflexión acerca del proceso) permitió  evidenciar las bondades de estas acciones en la consolidación del comportamiento lector y el desarrollo de competencias y habilidades para la comprensión de lectura, en las mismas; lo que ha motivado para compartir algunas ideas.
Pero, ¿cómo se puede lograr que a un niño le guste la lectura, y que además, lo haga con entusiasmo?    Partamos del hecho de que los niños lectores no nacen, se hacen. (Aunque se pueda nacer con cierta predisposición genética hacia la misma).  Se hacen, como se construyen tantas cosas en la vida, con la intención de hacerlo, con estímulos adecuados y pertinentes, con entusiasmo, con pasión, y, ante todo, con mucho amor.
Retomando en este aparte, el criterio del momento en que debe empezar dicha estimulación; se propone al respecto, que debería iniciar, contrario a lo expresado ya por algunos autores, desde el vientre mismo, pues, esa personita que se forma dentro del útero de la madre, si bien no posee un sistema nervioso y cognitivo maduro, pues está apenas en formación, es capaz, incluso desde las primeras semanas de gestación, de responder a estímulos, más de lo que podamos creer.   La caricia de la madre o del padre al vientre desnudo, hablarle con voz suave y en lo posible llamarlo por su nombre, cantarle canciones o leerle cuentos o poemas, entre otro montón de situaciones estimulantes, es el primer paso, sin duda alguna, para acercarlo a la lectura, para formar el gusto, la actitud, el hábito y/o el comportamiento lector; son éstos estímulos verdaderamente invaluables.  La voz amorosa del padre o de la madre leyendo todas las noches, en lo posible a la misma hora desde  el vientre y después del nacimiento,  es la mejor manera de empezar a formar un  niño lector. Los resultados que se podrán evidenciar serán más que sorprendentes.

La lectura durante el embarazo debe ir acompañada, en lo posible, de música suave, preferiblemente clásica o de cuna.  Este y otros estímulos, olfativos, incluso de sabor, proporcionados a través de la madre, más una adecuada alimentación, descanso suficiente y expresiones permanente de afecto constituyen la primera etapa en esta tarea para formar niños lectores.   Cabe anotar entonces,  que es posible estimular todos los sentidos del bebé en formación (olfato, gusto, tacto, vista y oído) como ha sido demostrado ya científicamente y continuar posterior al nacimiento con el proceso.
La segunda etapa inicia con el nacimiento, en esta, el proceso de estimulación no solo debe continuar, sino que incluso debe afianzarse, en este sentido, debe ser aprovechado al máximo cada espacio tiempo que se pueda compartir con el bebé, y/o orientar a la persona o personas encargadas de su cuidado, dado que este sea el caso, si no se dispone de los servicios de personal profesional para tal fin.  El proceso de estimulación ha de ser integral, debe abarcar todos los sentidos del bebé y todos los aspectos de su formación (afectivo, cognitivo, comunicativo, social y motriz). El hábito de leerle por las noches debe continuar.  Para este fin, se sugiere, desde luego, hacerlo en un ambiente adecuado, con buena luz, sosteniendo una pronunciación suave pero clara y correcta, con la prudencia de no saturar al bebé, ni fastidiarlo; se debe ser capaz de interpretar sus estados de ánimo y la disposición que muestren hacia la actividad de  lectura.  Un punto importante para señalar es que al bebé se le hable correctamente y no a media lengua, simulando el balbuceo infantil, ya que esto envía mensajes distorsionados  que pueden provocar confusiones y retardar la apropiación del lenguaje por parte del niño.

Pero, ¿Qué podría ocasionar que a los niños desde un principio no les guste la lectura y sean apáticos a esta?  Los niños solo tienen una forma natural de explorar el mundo que les rodea y es a través de la interacción con ese mundo.  Sería absurdo pensar que puedan reaccionar positivamente ante algo que no conocen, con lo que nunca han interactuado. De igual forma, quien no ha recibido estímulos para la lectura, lo más seguro es que reaccione con apatía hacia la misma en años posteriores.

La lectura se realiza, generalmente, en los libros o en otros medios. Hoy día abundan herramientas tecnológicas que ofrecen una variedad de textos multimodales, pero la sugerencia un poco romántica es no desplazar al libro, ningún otro artefacto podría brindarle al niño las sensaciones que un libro le brinda. La pregunta que surge es ¿Cuántos padres hacen lo posible para facilitarles este tipo de material a sus hijos, desde temprana edad?.
Los bebés y los niños requieren interactuar con los libros, sin ningún tipo de prevención, tan solo con la intención de que se acerquen a éstos, para tocarlos, para sentir su textura, para apretarlos, para abrazarlos, para acariciarlos, para sentirlos, para comenzar a hacerse su amigo, para acortar la distancia entre él y el libro y para empezar a amarlos.  Los libros a futuro, con toda seguridad, dejarán de ser objetos extraños y lejanos y comenzarán a ser parte habitual de sus juegos y pasatiempos preferidos.
Es de suma importancia hablarle, al bebé y al niño, con razones desde siempre, no se debe subvalorar su capacidad, no espere a que sean adultos para hacerlo ni para escucharlos genuinamente, de eso se trata el lenguaje, de eso tratan las habilidades de comunicación, Jamás coarte su creatividad, el costo nunca se puede calcular ni remediar. .

De otro lado, es necesaria la pregunta: ¿Cuántos de los docentes que esperan que los niños lean son lectores?, ¿se puede inspirar a partir de lo que no se siente, de lo que no se vive y de lo que no genera pasión?. Las preguntas son solo una invitación a pensar en lo que se hace como maestro; y sin embargo, injustamente, siempre se están buscando las culpas en los niños.

Es de gran importancia siempre ver en los pequeñines una oportunidad para ayudarles a crecer, a ser mejores, a valerse por sí mismos, a orientarlos en la conquista del mundo que les rodea, a desarrollar su conocimiento, su lenguaje, sus habilidades para comunicar y comunicarse de manera asertiva y efectiva.      Estimular a los niños desde temprana edad es más que una buena alternativa para lograr formar personas que manifiesten gusto por  la lectura, lectores de oficio y de vocación, motivados, empoderados  y creativos.  Hablarles, y hablar con ellos, escucharlos, leerles, jugar,  cantarles, acariciarles, besarles, consentirles, dejarles ser ellos mismos, dejarles ser lo que son: “niños”, respetando y comprendiendo su espacio y su mundo, escuchándolos siempre y animándolos permanentemente, pero también corrigiéndolos, será de gran utilidad en la intención  de formar niños lectores. .

Finalizo recordando también la importancia que tienen los juegos como una herramienta que se puede utilizar adecuadamente en el proceso de formación de niños lectores, el diálogo constructivo y la consolidación del mismo hábito de leer, sin forzar, sin exigir, sin presionar, antes por el contrario, con gusto, con entusiasmo, con alegría, como se percibe todo lo que nos hace feliz, recordando que el primer derecho que tiene todo lector es el de leer cuando se quiere y lo que se quiere,  porque  la lectura, como la  vida misma no deben ser más que eso, simple placer y felicidad.


Domingo Espitia Pantoja
Lorica, agosto de 2014.


Referencias:

·         SARMIENTO DÍAZ, Inés, (1990). Estimulación Temprana, Bogotá, 442 p.

·         IV SIMPOSIO DE LOGOPEDIA (MEMORIAS), Enseñar a hablar y leer, CEPE, S.L., Madrid, 1.995, 444p.

·         Regidor, R. (2003). Las capacidades del niño: Guía de estimulación temprana de 0 a 8 años. Palabra.


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